Williman, Claudio

 

Señores Senadores. Señores Diputados:

Al asumir la primera Magistratura del país, no puedo dejar de señalar en primer término las circunstancias y condiciones en que se ha realizado:- de perfecto orden y casi unánime concurso de opiniones, que honrándome personalmente, acreditan sobre todo á la Nación, demostrando la solidez de sus instituciones y el progreso del espíritu público.

Demócrata sincero, miro como un deber y acepto conscientemente las responsabilidades del cargo, esperando que no me faltará la cooperación de los hombres bien intencionados, y que podré llegar al final de la jornada, sin remordimientos y sin reproches, con la simpatía del pueblo que saluda mi ascenso.

Considero que el partido á que pertenezco, cuyos distinguidos representantes en la Asamblea han decidido mi elección, y la gran mayoría del país, que ha aprobado mi candidatura, han querido confirmar con ella las conquistas y los rumbos fundamentales del Gobierno que termina, y del cual tendré siempre á honor haber formado parte; que deja trazadas páginas de mérito indiscutible en la historia de la República, por la severa honradez y corrección en el manejo de la Hacienda; por escrúpulos respeto de la libertad política y de los derechos individuales, por la preocupación noble y justa del mejoramiento de los humildes; por la inspirada previsión en las obras públicas y en las iniciativas relacionadas con la enseñanza y con el desenvolvimiento de las fuerzas productoras, y principalmente por la decisión para afrontar las más graves dificultades, para imponer á todos el respeto de las leyes, restablecer la unidad del ejercicio de la autoridad nacional, y afirmar la paz y el orden sobre sólidas bases.

Esos caracteres y tendencias del Gobierno del ilustre ciudadano que deja hoy la Presidencia entre aclamaciones de justicia, para quedar consagrado como un preclaro estadista digno de la gratitud nacional, deben afirmarse continuarse; y el pueblo que no quiere una política de retroceso, sino de adelanto, así lo ha sancionado con expresiones elocuentes.

Subo al Gobierno, sin agravios de nadie, dispuesto á hacer respetar los derechos individuales y los políticos; como á mantener ileso el principio de autoridad.

Los partidos pueden estar seguros de que gozarán de la más amplia y absoluta libertad electoral, y de que observando la debida imparcialidad, rodearé de todas las garantías al sufragio, y respetaré y haré respetar su resultado.

Las circunstancias en que se me confiere el poder son, sin duda, excepcionalmente favorables, cuando la prosperidad se desenvuelve en un ambiente de paz y confianza, y todos los elementos parecen concurrir á la obra del bienestar general.

No puede desconocerse, sin embargo, que queda por realizar una tarea grande y difícil, aún sin contar con las transiciones y variantes que el tiempo y las circunstancias imponen, si se quieren aprovechar las grandes energías orgánicas del país.

Debo manifestar, desde luego, que me esforzaré en que las relaciones de la República con las naciones extranjeras aumenten, si es posible; de que por un mutuo conocimiento, cada vez mayor, por la inteligencia de los recíprocos intereses, se establezcan nuevos vínculos que sean prenda de amistad y prosperidad; y de que se cumplan fielmente todas las obligaciones contraídas.

Y muy especialmente merecerán mi atención las relaciones con las Repúblicas limítrofes, porque aparte de los grandes motivos que existen por las alianzas del pasado, la igualdad de instituciones y los estrechos lazos tejidos por afectos y altas consideraciones entre los gobiernos y los pueblos, siento una personal inclinación de simpatía hacia esas naciones vecinas.

En lo interno será un deber preferente para mí, el proseguir y completar las grandes obras públicas emprendidas, iniciar otras que se presentan desde ahora como indispensables y urgentes; y cuidar del constante mejoramiento de los servicios.

Creo que deben de inmediato ser reformadas las instituciones que no llenan debidamente su misión, como las Juntas Económico - Administrativas, para encauzar los recursos y elementos de los Municipios en vías de más fecunda actividad, por medio de Intendentes que desempeñen las tareas ejecutivas y permanentes.
La Administración de Justicia, que está en vías de completarse con la creación de la Alta Corte, tendrá que ser en gran parte reorganizada también, atendiendo debidamente á la importancia y trascendencia de sus funciones, para escoger con altura y acierto los magistrados.

Tendrán que sancionarse nuevos Códigos como el Administrativo, y reformarse los de Procedimiento, Penal, Rural, Minería y Militar, para armonizar sus prescripciones entre sí, y con el adelanto de las instituciones ó las comprobaciones de la experiencia.

Será necesario preocuparse de la organización de la institución policial, para regularizar sus servicios y procedimientos; dictar una ley que haga eficaz el control de la Contabilidad del Estado, dando el carácter y garantías que necesitan, á los funcionarios encargados de esta difícil tarea; reformar las disposiciones sobre sociedades anónimas para estimular la iniciativa privada que se echa de menos y que sólo puede realizarse ampliamente con la unión de los capitalistas, amparada por una legislación favorable; reglamentar las asociaciones no comerciales por medio de una ley previsora que defina la situación ante el Estado, de la diversidad de instituciones que vienen funcionando sin control alguno.

Hay que llevar a cabo el censo general de la República, practicar el catastro, resolver de una vez el problema tan diferido de las tierras fiscales, y levantar el plano geológico del país, que podemos esperar sea una revelación de nuevas riquezas.

En la esfera del Poder Ejecutivo debe mejorarse la organización de los Ministerios y crear uno más para regularizar y activar sus funciones, y para incorporar organismos nuevos y necesarios como la oficina ó instituto del trabajo, destinado á estudiar todo lo que se relaciones con la marcha de las industrias y las aspiraciones ó agitaciones de los obreros, á fin de cooperar á la solución de las cuestiones y conflictos y, preparar la legislación más oportuna sobre esta materia.

En el orden económico y financiero hay un vasto programa á que atender: para conseguir á los productos nacionales más amplio intercambio; para que muchos servicios públicos ó de gran interés público que están en poder de los particulares, pasen á la Nación ó a los Municipios para satisfacer las exigencias de los trabajadores y de los industriales, procurando la armonía y equilibrio de esas fuerzas sociales en beneficio de todos y á fin de que las cuestiones que preocupan al mundo no sean una causa de perturbación en el presente y una amenaza temible en el futuro; para resolver el problema de poblar la Campaña, que continúa casi desierta en medio de la mayor prosperidad, que no es la existencia de unas cuantas grandes fortunas lo que constituye la riqueza de un país.

La Asistencia Pública y las instituciones de beneficencia, tienen que ser objeto de serias reformas y de una legislación adecuada á la nueva organización.

Entre las grandes obras públicas á emprenderse, hay que contar en primer término las de saneamiento de las ciudades y pueblos.- A ellas debe dedicarse sin vacilar una gran parte del excedente de rentas que nos promete la prosperidad del país y de la hacienda, porque han de contribuir eficazmente á disminuir las causas de morbosidad y mortalidad, y por consiguiente, á asegurar el crecimiento y adelanto de las poblaciones del Interior.

En la Capital se tiene que terminar la obra del Puerto y organizar sus servicios; completar el saneamiento, abrir avenidas y ramblas, aumentar y mejorar los paseos, construir edificios adecuados para asiento del Gobierno y de las principales instituciones del Estado y realizar ó estimular otras que, á la vez de responder á necesidades de los Poderes Públicos y á los de la misma ciudad y su progreso, aumenten las comodidades y los atractivos de ella, por manera que se acentúen con mayor fundamento las preferencias que por su situación privilegiada, la suavidad de su clima y las bellezas naturales, viene mereciendo de los extranjeros.

La Enseñanza debe seguir siendo objeto de esmerada atención: la primaria, para hacerla cada vez más apropiada á las condiciones del país y extenderla al mayor número: la secundaria y la superior, á fin de que tengan las bases más científicas y correspondan á las necesidades presentes y futuras, tendiendo fundamentalmente á la educación y cultura de todas las clases sociales.

La Marina Nacional tendrá que formarse, aunque sea en condiciones modestas, porque lo exigen imperiosamente nuestra soberanía y decoro.

El Ejército, que tanto ha progresado por la exclusión de la remonta con soldados no voluntarios, y la supresión de todo lo que obstaba á la regularidad y corrección en los comandos, necesita buenos cuarteles, estar en todo tiempo dotado de los medios de movilidad más completos, y que se le incorporen constantemente elementos y reformas que la experiencia y el estudio indiquen; para que siga siendo base firme del orden y núcleo de la organización de la defensa de la integridad nacional, si los acontecimientos lo exigieran.

El cumplimiento del programa que acabo de esbozar, no puede ser tarea exclusiva del gobernante,- Para realizarlo se requiere, y yo lo solicito desde ahora, el concurso de la Honorable Asamblea, que tendrá un rol de trascendental importancia en los trabajos, y el de todos los que deseen el progreso y engrandecimiento de la República de la Nación ante propios y extraños: prometiendo de mi parte y una vez más respetar la Constitución, ajustar mis actos á la más estricta legalidad, y consagrarme á esos mismos fines, teniendo por guía los principios de libertad y justicia que señalan los derroteros de la verdadera democracia, y auguran el advenimiento del más feliz estado social, aproximando la realidad á las más patrióticas aspiraciones.

Año
1907
Presidente
Williman, Claudio