Gestido, Oscar

 

Señor Presidente de la Asamblea General; señores Representantes de las naciones amigas; señores legisladores.
De acuerdo a lo dispuesto por nuestro orden institucional se inicia hoy un nuevo período de Gobierno. Este hecho normal, afortunadamente casi rutinario en nuestra tradición cívica, está marcado por un acontecimiento de singular trascendencia: entra hoy en plena vigencia una nueva Constitución, ratificada por la más alta mayoría de la ciudadanía que registra nuestra historia constitucional, procedente de múltiples partidos políticos.

Este hecho auspicioso nos permite augurar con optimismo que sobrellevaremos el duro período que debemos enfrentar de inmediato todos los uruguayos.

Muy poco es lo que corresponde que diga hoy, porque este no es momento de palabras sino de acción. Nuestra acción pasada ya la conoce la República. Hemos hecho una Constitución, una Constitución redactada sin banderías políticas, redactada con la única intención de tener una Constitución que fuera un instrumento adecuado para gobernar.

La ciudadanía uruguaya, dando una prueba de extremada madurez política en lo que puede describirse como tal vez la más grande confusión que ningún electorado del mundo tuvo jamás que afrontar, supo intuir el camino de su salvación.

Cumplida esta etapa de organización institucional, iniciado hoy la etapa de recuperación social y económica le damos a la República un Gabinete integrado por personas honestas y capases.

El pueblo uruguayo tiene, pues, ahora, una Constitución que será un instrumento adecuado para gobernar. Tendrá un equipo gubernativo honesto, capaz y dedicado. Pero esta feliz conjunción de circunstancias de nada servirá, si no logramos la condición más importante, la condición imprescindible para que el Uruguay pueda salvarse.

No hay Constitución, no hay Parlamento, no hay Gobierno, por honesto y capaz que sea, que puedan salvar un país que no quiera salvarse.

La coyuntura política como toda coyuntura, es transitoria, efímera, y no debe nunca oscurecer la perspectiva; la verdadera perspectiva, que es la marcha del Uruguay hacia el futuro, la marcha del Uruguay que está viviendo la era interespacial.

Si el pueblo uruguayo no toma conciencia de su responsabilidad, si el pueblo uruguayo no toma conciencia de que no hay organización jurídica ni sistema de represión por brutal que sea, que pueda sustituirse a una sociedad que no está dispuesta a coexistir pacíficamente como una sociedad civilizada, entonces todos nosotros, y desde ya, debemos saber que no hay salvación posible. Si el pueblo uruguayo estuviera dispuesto a despedazarse; si el pueblo uruguayo estuviera dispuesto a convertir la sociedad uruguaya en una agrupación de tribus, cada una luchando por sus intereses, en una regresión a la más brutal ley de la selva, para satisfacer intereses sectoriales, sin tener presente los intereses de la comunidad, entonces tendríamos desde ya que declarar todos los uruguayos que somos irrecuperables.

Abunda en ejemplos la historia de que no solo las sociedades de la edad de piedra tienen el patrimonio exclusivo de la ley de la selva, del tribalismo y del caos, sino que también sociedades con un alto nivel cultural como el nuestro, como un sistema educativo como el nuestro, pueden llegar a proceder como proceden las sociedades sumidas en las más primitivas y negras etapas de la evolución humana.

No es el momento hoy, ni lo justifica la hora que estamos viviendo, para hacer consideraciones de índole económica o políticas, por más desesperantes que fuera nuestra situación económica – que esta última lo es- fáciles serían, aún así, nuestros problemas, si estos fueran los únicos. No hay situación económica que no pueda ser superada por un pueblo dispuesto a hacer sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada por un pueblo dispuesto a hacer sacrificios. No hay crisis política que no pueda ser superada si los líderes políticos anteponen el interés del país a las transitorias exigencias electorales, pero no hay situación social que pueda superarse si el pueblo no quiere salvarse.

Las coyunturas políticas, las coyunturas económicas – insisto son esencialmente transitorias y tienen solución por la acción concertada de los hombres de buena voluntad. Pero hay algo que la historia demuestra más allá de toda duda, y es que hay sociedades condenadas a la desaparición porque están minadas en su mentalidad, porque por su manera de pensar y su manera de reaccionar están más allá de toda posible recuperación. Sociedades donde los intereses de cada grupo se anteponen al interés nacional no pueden sobrevivir, aunque tengan un Gobierno de dioses. El Uruguay tiene, tan solo tendrá un gobierno de hombres. Si el pueblo uruguayo quiere suicidarse, no habrá Gobierno que pueda impedirlo si el pueblo uruguayo quiere salvarse, está en sus manos, y en las de nadie más, el hacerlo.

Estoy seguro que el pueblo uruguayo quiere y va a salvarse, y con ello salvará a las futuras generaciones.

Año
1967
Presidente
Gestido, Oscar