Rivera, Fructuoso

 

Nota
Ayer ha estado en mis manos la respetable nota en que se ha servido el señor Presidente de la Honorable Asamblea General anunciarme que el voto de los Representantes del pueblo me ha honrado con el nombramiento de Presidente Constitucional de la República.

Esta inmensa confianza solo puede corresponderse con una entera sumisión á su voluntad soberana que le ha consagrado mi vida y mi espada á la Patria, á la consolidación de sus instituciones, á su prosperidad y á su gloria; de ella es todo; acepto, pues, el destino á que ella me llama y subiré á él á realizar sus esperanzas en cuanto de mi dependa.

No puede decir más.

Como testimonio de mi resignación marcharía en el acto á tomar posesión de el solemnemente, si consideraciones de un orden superior no me detuviesen al frente del Ejército Nacional. La someterá sencillamente al juicio de la Honorable Asamblea General.

La República se halla empeñada en una guerra contra el tirano de Buenos Aires: el Ejército que va á combatir al enemigo de la Independencia Oriental está para marchar, á mi me ha cabido el honor de conducirlo.

En estos momentos, pues de abrir sus operaciones, y en lo que me ocupo también de dar la última mano á la obra de dejar organizados los elementos que han de garantir el reposo interior, los intereses del País podrían comprometerse gravemente si ellas se dilatasen y yo me distrajese de las serias atenciones que me ocupan.

Estas consideraciones están acompañadas de otra muy poderosa.

La República á contraído alianzas para esta guerra, con sus aliados ha contraído compromisos, estos tienen una época señalada, y es preciso llenarlos. El daño de las dilaciones es evidente en este caso; es necesario evitarlas.

Entre estos compromisos se encuentra también uno que debe llevar á mi persona fuera del territorio Nacional.

La Honorable Asamblea General en posesión hoy de todos los documentos que deben instruirla en este punto está en aptitud de adoptar la resolución que estime más conveniente al honor y á los intereses de la República.

Ella es urgentemente necesaria y cualquiera que sea, la obedecerá con la verdadera sumisión que tributase siempre á las disposiciones que emanen de los altos poderes de la Nación.

Dígnese el señor Presidente de la Honorable Asamblea, poner en su conocimiento esta nota con las seguridades de la alta consideración con que tengo el honor de saludarlo.

Año
1839
Presidente
Rivera, Fructuoso