Fernández Crespo, Daniel

 

Señor Presidente de la Asamblea General, señores legisladores: Hemos realizado los consejeros electos el juramento que ordena la Constitución. Al hacerlo, no sólo nos sentimos satisfechos por haber cumplido con el precepto indicado como un mandato constitucional, sino además, por cuanto hemos exteriorizado de viva voz, frente a la representación del pueblo que sois vosotros, nuestro irrenunciable pensamiento y vocación, que ya hemos puesto en evidencia en una larga militancia, de lealtad para el desempeño de nuestra función, fundamentalmente para el cuidado y defensa de la Constitución.

Sentimos que sólo con el respeto estricto de las normas legales se afianza los derechos y su tutela la justicia , pilares fundamentales en que se afirma la democracia.

Es para mí honor inmenso dirigirme a la Asamblea General, expresión autentica de la voluntad ciudadana de la República.- manifestada en uno de los más limpios comicios- para decir que solamente perseguimos el propósito de servir a la Nación por encima de las saludables ideologías políticas, procurando conjugar los más puros anhelos democráticos de todos.

Lo que mas importa servir son los intereses supremos del país; cada uno procurará hacerlo con la orientación de sus principios políticos, pero estoy seguro que hemos de encontrar la armonización suficiente para abordar y resolver los grandes problemas nacionales que acucian en esta hora a la República algunos de los cuales vienen siendo postergados desde hace mucho tiempo.

En la actuación política, he procurado siempre hacer honor a las palabras que como Consejero de la minoría pronuncié en este mismo recinto el 1o. de marzo de 1955, donde refiríendome a la orientación de mi conducta en el Consejo, decía procuraré con amplio espíritu y debida tolerancia poder ser útil a la finalidad de servir al país por sobre banderías".

"Frente a la acción de la mayoría de gobierno, procuraré ser el integrante de una oposición constructiva, coincida o no con sus orientaciones y resoluciones. No entiendo que ocupo un puesto en este cuerpo colegiado sólo para discrepar, por cuanto nos alcanzan las responsabilidades del bienestar nacional".
Hoy, que ocupo un cargo en la mayoría del Ejecutivo, siento que piensan igual que yo quienes ocupan la posición que mi partido ocupaba entonces en los Poderes del Estado.

Disuena con nuestra manera de ser, procurar mayorías regimentadas y avasallantes. Queremos conquistarlas por la razón responsable y libre, dejando de constado la política pequeña, que es desquiciadora para los intereses fundamentales del pueblo y de la democracia.

Trabajaremos con todos los grupos de opinión de Parlamento, y estamos seguros que por nuestras orientaciones y propósitos tendremos su respaldo para concretar la acción.

Refuerzan nuestra creencia, palabras pronunciadas aquí en la misma oportunidad a que hacia referencia anteriormente, por un prominente adversario político. Me refiero al Esc. don Ledo Arroyo Torres, como Presidente de la Asamblea general de entonces. Expresaba en una parte de su discurso el distinguido ciudadano:
"Constitucionalmente el Parlamento tiene una función esencial, Si no coopera con el Ejecutivo trabaría su acción. Pero nuestras Cámaras no negarán su apoyo a los hombres públicos que con idealismo, rectitud y probidad pidan su colaboración para asegurar mejor forma de vida a la familia uruguaya"
Sobre tales premisas de idealismo, rectitud y probidad al servicio de los supremos intereses generales dirigiremos nuestra acción por cuanto ello está en nuestro pensamiento y modalidad.

Entendemos entonces, que nadie, con el espíritu patriótico que reconocemos a todos los señores legisladores pretenderá trabar la acción del Ejecutivo, lo que significaría paralizar la marcha misma del país.
Ha ganado, señor Presidente, un partido, el que nosotros integramos. Con su programa y sus principios trabajaremos. Pero lo que nos importa fundamentalmente en el futuro, que desde ahora, se es posible próspero, justo y placentero para todos los habitantes de esta tierra.

En lo pertinente, podríamos concretar nuestro pensamiento con las ajustadas palabras del eminente ciudadano Dr. Martín R. Echegoyen, que preside hoy esta Asamblea, dichas en oportunidad de ocupar la Presidencia del Consejo nacional de Gobierno que termina su mandato.

Expresaba en tal oportunidad: "Nos anima la intención de seguir nuestro mandato sin pompa ni estridencia, libres de toda pretensión histórica que no fluya del mérito de la obra juzgada a su hora. Es pertinente afirmarlo cuando desventuradamente las multitudes no deslindan aún el arte de la política y el de la magia lo que permite seducirlas con la atracción de paraísos artificiales excitando su ingenua tendencia a la ilusión.

Igual espíritu nos anima y pondremos el acento de nuestras preocupaciones en realizar la obra sin estridencias, pero con fe en poderla hacer efectiva, estableciendo en el arte de la política sana y de realización urgente y evolutiva, la valla a la magia que en verdad comprobamos que por fuerzas interesadas y ajenas pretenden incidir en nuestro medio.

Creemos sólo en la democracia, y por lo tanto estamos frente a todos los totalitarismo de izquierda y derecha que con pretendida magia prometen un paraíso que en definitiva, será sólo infierno donde se quemen todas las libertades del ser humano.

Trabajaremos sin pausa pero sin hesitaciones que no sean las que profundamente sentimos, de afirmar una mayor justicia social, con un progreso económico que se refleje en una mejor vida para cada integrante de la sociedad que nos toca regir.

Gobernaremos en contacto íntimo con el Parlamento también con el pueblo. Para ello no seremos ajenos a sus justas aspiraciones no ya sólo las expresadas por las agremiaciones de las fuerzas de la producción y del trabajo, sino también con el otro que no se agremia, pero forma parte importante de la sociedad.
Procuraremos ser eco de las voces justas y razonables las que tengan el concepto claro de la responsabilidad que a gobernantes y gobernados nos competen en la organización en que vivimos.

Nuestra sociedad organizada por y para el derecho, no necesita otro impulso avasallante que el del cumplimiento de las disposiciones legales, que serán a la vez nuestro escudo y nuestra lanza. Escudo que proteja a la sociedad y lanza que hiera sólo a la injusticia que rompa las normas del derecho.

Para nosotros no habrá diferenciación de religiones ni de razas. Todos los ciudadanos son iguales, como lo hemos demostrado en una larga jornada. No nos importa su raza, nos importa su condición de ser humano puesta al servicio de la sociedad en que vive.

Tenemos conciencia de la ardua tarea que emprendemos. Uno de los aspectos que requerirá en primer término nuestra atención, es la recuperación económica del país, quebrantada en su generalidad. Inciden en ello, problemas económicos internacionales y déficit de productividad.

En materia de comercio internacional, es sabido que el mercado enfrenta a países de características muy distintas. Aquellos altamente industrializados y otros como el caso nuestro, fundamentalmente productores de materias primas y alimentos. La diferencia entre la riqueza y el ingreso por habitante, entre ambos grupos, se ha ido tornando cada vez en detrimento de estos últimos. Al respecto, puede señalarse un índice muy importante: la relación de intercambio. Ella revela que mientras en los primeros años de este siglo se cambiaba una unidad de materia prima por cada unidad de bien manufacturado, en la actualidad debe darse 1. 40 o más de materia prima para obtener aquella proporción de bien manufacturado.

Por otra parte, el progreso técnico va haciendo disminuir
la cantidad de materia prima necesaria para producir bienes manufacturados, cuando no reemplaza a la misma con los sintéticos.

Si agregamos a ello, que nuestro país basa casi exclusivamente la obtención de divisas en dos productos exportables tenemos que nuestra oferta es de una gran rigidez

De manera, pues, que tendremos que afrontar la grave situación del estancamiento de nuestras exportaciones en el largo plazo y al mismo tiempo, en el corto plazo hacer frente a fluctuaciones, a veces muy violentas.

Tal realidad impone adoptar una estrategia general que coordina todos los factores y nos permita adelantar en el camino de la auténtica solución de los problemas.

En la integración y coordinación de esfuerzos con naciones hermanas buscaremos la defensa de nuestra producción. Prestaremos apoyo gubernamental a la Asociacion Latinoamericana de Libre Comercio, ajustando, desde luego, sus disposiciones, de manera tal que sean justas para los demás y para nosotros que en ella esté la defensa de nuestros productos y que la negociación de nuestras exportaciones sea hecha de tal manera que quienes estén con nosotros en la Zona de Libre Comercio. nos sepan respetar.

En un estudio publicado recientemente, el doctor Ives Morizon, Profesor de Historia de las Doctrinas Económicas de la Escuela de Economía de la Universidad de chile, al comentar los problemas de la integración Latinoamericana, decía: " Se ve claramente el deseo de la mayoría de los países de reservarse áreas de desarrollo para su industria nacional. Esta política ha sido aplicada sin restricción alguna y por consiguiente, ha cubierto prácticamente la totalidad del sector fabril. No solamente no se desea otorgar concesiones para aquellos productos industriales que ya se están elaborando, sino que también se rechazan las peticiones de franquicias para artículos que se espera producir en un plazo más o menos lejano"

Consideramos que la cooperación económica representa un arma poderosa en la lucha por un futuro mejor para este continente y en tal sentido, debe concebirse la economía latinoamericana como una economía planificada. Sería incongruente incurrir en duplicaciones y desperdicio de recursos. El sentido fundamental de la Zona de Libre Comercio debe ser el de procurar un intercambio complementario que favorezca el desarrollo armónico de la región.

La planificación para el desarrollo integral del país constituye un imperativo impostergable. Tal programación requiere, desde luego, la evaluación y diagnóstico de las posibilidades a corto y largo plazo, como único supuesto para evitar toda improvisación o error. A tales efectos será necesario exigir también la colaboración técnica y financiera de organismos y agencias internacionales.

Consideramos que el desarrollo y la estabilidad no constituyen metas incompatibles, sino que en países como el nuestro no puede haber estabilidad sin desarrollo.

Será necesario revitalizar, fortalecer y organizar, si es necesario la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE) , que ya ha hecho mucho de beneficio, pero de quien se debe esperar mucho más una vez que con el establecimiento de grupos de trabajo en distintas especialidades recabe la información de los distintos sectores de la realidad nacional.

En materia estadística, nos proponemos solucionar el problema originado por la antigüedad de los datos censales. Procederemos a la brevedad a la realización de un Censo de Población y Vivienda , cuyos resultados serán fundamentales para la labor técnica de planificación.

Para la recuperación económica o si se quiere, para alentar más la producción, tendremos que mirar hacia el campo y a la vez hacia las ciudades. hacia el campo , lugar de donde salen las materias primas que constituyen base fundamental de la economía de nuestro país, para otorgarle más alicientes y posibilidades. Y hacía las ciudades, procurando que las materias primas que se producen en el campo, puedan ser elaboradas en lo posible en fábricas nuestras, para poder exportar no sólo la producción de la tierra, que lleva el esfuerzo del trabajador de la misma sino, también, el sacrificio y la habilidad de los hombres que en las fábricas manufacturan esos productos.

En cuanto al sector de la explotación agropecuaria debemos encontrar soluciones de fondo para los problemas que enfrenta.

Si la producción rural es el resultado de la intervención de cuatro grandes factores predominantes, o sea tierra, capital, trabajo y técnica es evidente que para aumentar el producto de esta combinación de factores deberá modificarse la proporcionalidad existente entre ellos, acercándola a las que determinen las condiciones ideales de eficiencia productiva dentro de un criterio económico.

En la integración ideal de los cuatro elementos a que me he referido, no será sin duda la tierra un factor imitativo. Las 16:000.000 de hectáreas explotadas de otra manera, pueden sostener una población humana y animal de una densidad mucho mayor de la que esta extensión tiene en la actualidad.

En lo general, entendemos que la tierra debe ser de quien la trabaja y la hace producir.

Esta necesidad de incrementar la producción agraria exige con urgencia una legislación de fondo que, sin lesión para ningún derecho, abra posibilidades de un mas equitativo reparto de la tierra, y signifique a la vez, una mejor explotación de la misma, dando oportunidades de continuar con las garantías del afincamiento en el campo, a quienes en él han nacido y criado, y tiene vocación y conocimiento para hacerlo producir.

Entendemos la llamada Reforma Agraria, con ajuste o reforma de la estructura en la economía agraria, haciendo que participen en la misma, de una manera, u otra, todos los sectores. Deberá tener por objeto la transformación como he dicho de las estructuras agrarias del país y la ampliación del conjunto de medidas a adoptarse para promover y facilitar una racional subdivisión de la tierra su justa distribución y posesión en propiedad su adecuada y conveniente explotación y cuidado, y la disminución de los perjuicios sufridos por los riesgos.

La preocupación por atender al sector agropecuario impondrá el estudio de soluciones para la comercialización de nuestras carnes y para la colocación de nuestras lanas, procurando mercados que sean respetuosos de nuestros derechos y, al mismo tiempo, y, al mismo tiempo, comprar a quienes compran nuestras mercaderías.

Será necesario procurar la revitalización y protección de nuestra industria, sobre todo de aquella que elabora nuestras materias primas. No para dar canonjías a nadie, sino para desarrollar una industria nacional eficiente y económica, que eleve el nivel de empleo de ingreso real de la productividad de la nación.

Debemos proteger la vida y exportación de esas industrias, pero debemos hacerlo de manera tal, que no signifique un desmedro para los derechos de los demás. Si hay industrias, como las textiles y las del cuero, por citar algunas de las que trabajan con nuestra materia prima, que se encuentran paralizados en este instante o aminorada su labor, por la razón de no encontrar mercados, o no tener posibilidades de competir por impedirselo los costos de producción será necesaria librarlos de aquellas obligaciones que aumentan los costos aún cuando aparentemente aparezca perjudicado el erario.

El desarrollo industrial quizás haga necesario ir a la creación de un Banco Industrial, que contribuya a facilitar las soluciones financieras, con el control del Estado. No se trata de crear un nuevo ente autónomo sino de formar una entidad que sea custodia de valores que consideramos fundamentales para el desarrollo del país.

Dentro de estos lineamientos, la implantación de nuevas industrias, de acuerdo a un plan técnico que tenga en consideración las posibilidades nacionales contará con nuestro cálido apoyo e impulso.

Será necesario también prioridad el fortalecimiento y desarrollo de la actividad cooperativista, pero de las cooperativas que estén basadas en orientaciones que no las desvirtúen. Por eso entendemos que será necesario reformar la ley de Cooperativas Agropecuarias, para impedir que ella pueda ser la máscara que cubra a quienes dueños de grandes capitales, reciban las exenciones impositivas que las leyes acuerdan a quienes integran las cooperativas agropecuarias.

Dentro de estos lineamentos, propiciaremos una política, crediticia que atienda, en forma oportuna y adecuada, los intereses de los distintos sectores de nuestra producción.

Simultáneamente, habrá que sanear, ajustar y tonificar la situación financiera, buscando el equilibrio presupuestal y la ordenación de la administración.

Bregaremos por una política monetaria y fiscal que, sin el vértigo de la inflación ni el marasmo de la deflación, defienda la estabilidad de los hogares modestamente económicos y garantice la mayor estabilidad de los precios, siendo al mismo tiempo base adecuada para la promoción del desarrollo.

Procuraremos mantener el valor de nuestra moneda, evitando la especulación y la incidencia desfavorable que una desvalorización de la misma tendría sobre las clases más modesta.

En materia tributaria, utilizaremos las leyes impositivas, en tanto sean instrumentos para una mejor redistribución de la riqueza, exigiendo más a quienes más tienen. Al mismo tiempo, alentaremos la inversión y reinversión de capitales y ahorro.

Propondremos la modificación de las normas legales que regulen la actividad bancaria privada. Asimismo, estructuraremos con urgencia efectiva una ley especial para las llamadas sociedades financieras, que impida la usura que por medio de ellas se realiza, en detrimento de todos los sectores de la producción.

En materia de construcción de viviendas, estudiaremos la solución integral del problema que afecta a los sectores obrero y medio de la población, mediante la estructuración de un vasto plan de construcciones que facilite la realización de la vivienda propia. A la vez, propiciaremos la sanción de una Ley de Alquileres que atienda las justas reclamaciones de los propietarios en inquilinos.

Alentaremos la industria de la construcción, no sólo para solucionar el problema urgente de la vivienda y alto consto de la misma, sino porque ella es la industria más generalizada en el país.

Para la realización de tal propósito, entre otras directivas, será menester acordar los recursos necesarios al Banco Hipotecario con disposiciones normativas sobre este tema, evitando las especulaciones realizadas sobre la base de sus prestamos.

Será necesario propender a la realización de la obra pública de interés nacional, vial y ferroviaria así como la adecuación de las vías de acceso a Montevideo y a los centros de exportación de nuestros productos. Ya mucho se ha hecho en ese sentido mucho está proyectado pero mucho más hay que hacer para concretar éste, nuestro propósito de obtener la integración nacional de las comunicaciones, condición indispensable para el reajuste de la estructura social y económica.

Dentro de esta ordenación podría citarse a vías de ejemplo: el Plan Vial de Comunicaciones en dirección transversal, la recuperación de los puertos existentes y la instalación de nuevos puertos en ubicaciones estratégicas; implantación de nuevos aeropuertos y habilitación de la red fluvial de la República.

En el aspecto laboral, debe revisarse la Ley de Consejos de Salarios, de manera que haya uniformidad en el pronunciamiento de los mismos, asegurando para igual categoría, igual salario y una justa retribución acorde con el costo de la vida. Deberá tenerse en consideración que la fijación de los mismos no sea una circunstancia perturbadora para la economía general, lo que, en definitiva, significará crear una ilusión.

Procuraremos, la integración activa con concepto de colaboración de las organizaciones sindicales, obreras y patronales, en el quehacer nacional, pero que ninguna de ellas, entienda que está sobre el Estado, sino que cada una comprenda que se puede y se debe manejar dentro de las disposiciones legales y su derecho llega hasta donde llega el derecho del resto de la sociedad.

Para la efectividad del último concepto expresado, será necesario afirmar con urgencia por intermedio de la ley, las libertades de las organizaciones sindicales y gremiales de cualquier naturaleza, asegurando el democrático pronunciamiento de las mayorías y la conciencia de las mismas, de que en el régimen de derecho que felizmente vivimos, sólo debe imperar la voz de la razón y no la de la fuerza. Sobre todo, cuando se pone en peligro la seguridad y el bienestar general de todos los habitantes del país.

Propenderemos también a la aprobación de normas que otorguen a los obreros y empleados, participación en las ganancias de las empresas.

Sentimos como obligación primaria, la necesidad de la estabilización de la familia la comunidad social básica dentro de la referencia del hombre. No puede existir cambio fecundo de estructura social, sin una debida protección y apoyo a la que es célula fundamental de la sociedad.

Año
1963
Anotación
2
Presidente
Fernández Crespo, Daniel