EL DIPUTADO ÁLVARO DASTUGUE EN LA MEDIA HORA PREVIA DE LA SESIÓN ORDINARIA DEL MARTES 13 DE JUNIO

Cámara de Representantes
Alvaro Dastugue

El representante se refirió a la situación carcelaria en nuestro país, tema que considera apremiante y que merece nuestra atención colectiva. Como explicó, la prisión es un componente crucial de nuestro sistema de Justicia, pero es necesario reflexionar sobre el estado actual y trabajar juntos para implementar reformas significativas. Si bien es notorio el avance que se ha tenido en este periodo, teniendo en cuenta el estado en el que se recibieron las mismas, hay mucho por hacer para que nuestras cárceles no se conviertan en depósitos de individuos, muchos de los cuales se enfrentan a una serie de desafíos y dificultades que merecen atención y compasión. En lugar de ser centros de rehabilitación y reinserción, nuestras cárceles se han convertido (desde hace muchos años), en entornos de violencia, hacinamiento y desesperanza, como dan cuenta diferentes medios de prensa en estos últimos días.

Como expuso el diputado, en un informe titulado “Hacinamiento, el nuevo Comcar y miles de traslados”, radiografía de las mejores y peores cárceles del Uruguay, un medio de prensa nacional daba cuenta de los datos realmente alarmantes, los que fueron confirmados por el Comisionado Parlamentario en la Comisión de seguimientos de cárceles. Al momento de la edición del informe presentado, el número de presos ascendía a 14.903, a su vez la Dirección Nacional de Supervisión de libertad asistida vigila a casi 20.000 personas que cumplen su condena con medidas alternativas al encierro. El ritmo de crecimiento se triplicó desde el 2000 la cantidad de personas en cárceles, hasta que el país pasó a ocupar el puesto número 10 en el mundo, entre los que más tienen población privada de libertad. 

Dastugue relató que, a su vez, la cantidad de mujeres recluidas creció más del doble que los hombres. agravándose el problema si se analiza quiénes son las personas que ingresan a las cárceles.  La gran mayoría son hombres de entre 25 y 30 años de edad, el 90% tiene un problema de consumo de estupefacientes, y el 55% además sufre algún analfabetismo, muchos nunca trabajaron en su vida, otros no tienen a nadie afuera de la cárcel, por lo tanto no tendrán a dónde ir, esto contribuye a que el reingreso sea muy alto. Hay personas que cuando son liberadas cometen delitos leves y vuelven a la cárcel hasta tres veces en un mismo año, según datos arrojados. 

El legislador considera fundamental continuar invirtiendo en programas de rehabilitación y educación dentro de nuestros centros penitenciarios. Muchos de los individuos encarcelados tienen un historial de trauma, falta de oportunidades y carencias educativas, debemos proporcionar las herramientas y el apoyo necesario para que puedan aprender nuevas habilidades, obtener una educación y prepararse para una vida mejor al regresar a la sociedad. Esto, acotó Dastugue, no solo beneficia a los individuos, sino que también reduce la tasa de reincidencia y promueve una sociedad mucho más justa. 

Además, finalizó el representante, el problema del hacinamiento en nuestras cárceles no solo es inhumano, sino que también dificulta la labor de los guardias y el personal penitenciario, poniendo en riesgo la seguridad de todos los involucrados. Se deben explorar alternativas al encarcelamiento para delitos no violentos, y proporcionar recursos adicionales para descongestionar nuestras prisiones, proyecto que están trabajando en la Comisión de población y desarrollo. La densidad es un problema grave, que de acuerdo a un pedido de acceso a la información que realizó un medio de prensa, representa una superpoblación de 118.7 para todo el sistema, otra forma de decirlo es que tenemos 2336 privados de libertad que no tienen una cama, según este relevamiento 18 de las 26 unidades están ocupadas por encima de su capacidad, en algunos casos el margen es leve, como en Lavalleja, Rio Negro, Colonia, con el 111.2% este último, en otros es grave, esto sucede en Artigas el 186.8%, en Treinta y Tres, el 117%, en la cárcel de mujeres el 173%. Asimismo es necesario mejorar las condiciones de vida de las cárceles, la atención médica adecuada, alimentación y la higiene básica son derechos humanos fundamentales que no pueden ser pasados por alto, debemos asegurarnos que los reclusos sean tratados con dignidad y respeto, reconociendo su humanidad incluso en el entorno carcelario, concluyó el diputado.